La vida no es siempre estática ni tranquila. A lo largo de nuestra existencia, viviremos épocas de estabilidad y atravesaremos otras donde las condiciones exteriores serán muy adversas, con símiles meteorológicos de lluvia, viento…y hasta huracanes y tsunamis.
Estos vaivenes o “turbulencias” las sufriremos no sólo como personas, también como colectivos, en las organizaciones e incluso en los países…
Momentos de gran confusión e incertidumbre. Algunos serán cambios inesperados, otros previsibles, pero no deseados, (rupturas, enfermedad, fallecimientos, despidos, fusiones, quiebra….).
Llega el “huracán” del cambio y se lleva parte de lo que ha sido nuestra vida hasta el momento. Nos desaloja sin piedad ni contemplaciones de nuestra llamada zona de confort.
¿Cómo entender y asumir un cambio de estas características?
Primero, comprendiendo cómo funciona el proceso que tenemos por delante.
Es decir, racionalizando, dentro de lo que se pueda en esos momentos de fuerte intensidad emocional, cómo va a ser el camino que tendremos por delante para saber vivir las emociones que aparecerán en cada una de esas etapas.
Después prepararnos para saber cómo actuar y aceptar cada situación que sobrevendrá, superándola todo lo mejor que sea posible.
Por ello quiero compartir con los oyentes el modelo de las cinco etapas del duelo desarrollado por la psiquiatra Elisabeth Kubler-Ross, que luego fue adaptado también al ámbito de las organizaciones por Dennis Jaffe y Cinthia Scott para tratar la gestión del cambio.
Estas etapas son: Negación, Frustración, Depresión, Exploración y Aceptación
En esta ocasión hablaré de las tres primeras, las más difíciles de enfrentar, sin duda.
Empezaremos por la Negación que supone una estrategia de defensa frente al cambio. Se piensa que ignorar el cambio lo hará desaparecer. Miramos hacia otro lado, hacia el pasado y el recuerdo de un tiempo mejor. Se culpa de la situación a otros, a las circunstancias, al destino. Y se busca la rutina como una forma de agarrarse a algo “seguro”.
Tenemos que aceptar este primer golpe del cambio y entenderlo como tal, con todo el cúmulo de emociones de tristeza, apatía, rabia y miedo que nos provoque. Vivirlo y aceptarlo así como es, con toda la dificultad que trae, para poder pasar a la siguiente fase.
Entramos en la Frustración cuando ya hemos reconocido que el cambio ha entrado en nuestras vidas, en la organización. Asumimos una actitud agresiva y defensiva ante el miedo al futuro. Nos invade una sensación de pérdida de poder, relaciones, estabilidad.
La negatividad y las quejas son constantes, apareciendo el victimismo y la resistencia al cambio en forma de apatía, unas veces, y de agresividad e ironía, otras.
Es importante entender esta etapa y estas emociones como el límite que marcamos de nuestra posición para no “perder” más. Pero cuando el malestar y el desgaste son grandes, hay que desprenderse de ellas, “soltarlas” de la manera más adecuada posible, antes que esas emociones nos dañen.
A veces, de la frustración –si no la sabemos afrontar bien- podemos pasar a la Depresión, a tocar fondo, al bloqueo y a la parálisis emocional. Se necesitarán grandes dosis de fortaleza interior e, incluso, de ayuda exterior para superar esta fase.
No podemos quedarnos mucho tiempo en la frustración ni en la depresión. Es lo peor que puede suceder por las consecuencias físicas y emocionales tan serias que conllevan ambas etapas, las más difíciles de todo este proceso.
Pero esto no termina aquí, con esta “fotografía” de una catástrofe, donde quedan las imágenes de lo que se llevó el huracán del cambio….
¿La buena noticia?
Atravesaremos otras etapas que nos llevarán a encontrar nuevas opciones y mejores alternativas y formas de ver y vivir.
En definitiva, a pasar de la adversidad a la oportunidad.
Éste será el tema del próximo post
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