El Poder de la Palabra

Hemos llegado al final de la séptima temporada del programa enComunicación y en la última píldora de inspiración compartí una historia que me conmovió profundamente, sobre todo, al conocer las circunstancias de vida de la protagonista. ¡Una auténtica heroína!

Se trata de Malala Yousafzai, reconocida como una de las personalidades más influyentes del mundo por la revista Time en 2013 y galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 2014.

Esta joven nació en Pakistán. Una sociedad que no ofrece las mismas oportunidades ni derechos a las niñas y a los niños. Alentada por su familia, pudo ir a la escuela. Pero pronto, la situación política en esa región sufriría las consecuencias de la lucha armada de grupos fundamentalistas.

Desde el año 2009 – a través del documental del New York Times “Pérdida de clases. Muerte de la educación de la mujer”– Malala empezó a tomar un papel activo en su comunidad debido a que los talibanes cerraron escuelas privadas y prohibieron la educación para las niñas.

A los 13 años empezó a escribir un blog para la BBC con el seudónimo de Gul Makai. Allí relataba como era la dura vida en su pueblo natal, en especial para las niñas que querían ir al colegio.

Por estas acciones, los fundamentalistas la pusieron en su punto de mira.

El 9 de octubre de 2012 marcaría un antes y un después en la vida de nuestra protagonista: de regreso de sus clases, un talibán atentó contra ella hiriéndola gravemente en la cabeza. Dos de sus compañeras sufrieron también serias heridas. Cuando las trasladaron urgentemente a un hospital comenzaron las protestas en la zona del colegio donde acudían esas niñas.

Esto despertó el interés internacional recibiendo apoyos de personalidades como Desmond Tutu, Barack Obama, Hillary Clinton, entre muchas de las voces que condenaron este atentado y clamaron a favor de Malala.

Su vida corría peligro porque podrían volver a intentar matarla. Necesitaba además una cirugía reconstructiva de su cara. Por ello, a los pocos días la llevaron a un hospital del Reino Unido, donde milagrosamente se recuperó.  Y, unos meses después de recibir el alta, comenzó a estudiar en una escuela secundaria de Londres.

Es una historia muy intensa para una niña de tan sólo 13 años, ¿verdad?

En las más peligrosas circunstancias que una persona podría encontrarse, ella desarrolló una decidida lucha por el derecho de las niñas a la educación. Sin duda, su labor sirve de ejemplo para todos.

Pronunció un discurso en Naciones Unidas  realmente conmovedor. Cada una de sus frases son fuente de inspiración para superar las más adversas circunstancias. Está firmemente convencida de que debemos creer en el poder y la fuerza de nuestras palabras porque con ellas y con nuestras acciones podemos cambiar el entorno que tenemos alrededor.

La ONU declaró la fecha del 12 de julio como el “Día de Malala” y ella se comprometió anualmente a poner de relieve la situación de las jóvenes y niñas más desfavorecidas en el mundo. De hecho, la Fundación Malala proclama que “Si una sola niña con educación puede cambiar el mundo, ¿qué pueden hacen 130 millones de niños y niñas?”

Efectivamente, si estamos convencidos de nuestros valores y ellos nos impulsan a hacer algo por el bien de la sociedad, tenemos que defenderlos, expresar nuestros ideales y actuar en consonancia. Poco a poco, aparecerán las circunstancias y los foros donde hacer oír nuestra voz y contribuir a cambiar nuestra sociedad para bien.

En mayo visité el edificio de Naciones Unidas en Nueva York y leí sus palabras, que figuran en una de las paredes: “Un niño, un profesor, un bolígrafo y un libro pueden cambiar el mundo”

Finalizo este post con la idea de Malala que más me ha inspirado al conocer su historia y la actividad que desarrolla hoy:

“Cuando la debilidad, el miedo y la desesperanza mueren, la fuerza, el poder y el valor nacen”

Dejar huella en la vida

Huella
Huella

¿Cómo es nuestra huella en la vida?  Esta fue la reflexión que compartí en el programa enComunicación de la semana pasada.

Hace unos días escuché a una persona decir que no somos imprescindibles y que las organizaciones y el mundo en general pueden seguir funcionando sin nosotros.

Efectivamente, esa afirmación es cierta. Sabemos que todo ha funcionado antes de llegar nosotros a este mundo y, cuando nos vayamos, lo seguirá haciendo, más allá de algunos matices…

Esos matices que pueden significar una mejoría o un desarreglo en una organización, una sociedad o en una familia, ¿podrían relacionarse con determinadas actitudes y acciones de personas según el rol que tengan en cada momento?

La historia de la Humanidad revela que sí. En sus páginas tenemos numerosos protagonistas que cambiaron su entorno o el curso de situaciones relevantes para las sociedades u organizaciones a las que pertenecieron.

En 1966 350 estudiantes universitarios de Estados Unidos participaron en una encuesta psicológica sobre desarrollo personal y felicidad. Once años más tarde, la psicóloga Susan Krauss Whitbourne contactó con estas personas y les volvió a preguntar década a década hasta recopilar datos de cuarenta años.

En 2010 publicó los resultados de esta amplia investigación en el libro The Search for Fulfillment. Su conclusión fue que lo que hacemos y lo que dejamos de hacer, de manera positiva o negativa, más o menos trascendente, supone dejar huellas a nuestro alrededor. Esto es lo que Krauss llama “huella de vida”.

Nuestras decisiones, acciones o palabras, por insignificantes que parezcan, pueden influir de forma muy intensa en los demás.

Ahora bien, creemos realmente que, en nuestra familia, en las amistades y en el entorno personal y profesional que tenemos ¿todo seguirá igual después de nuestro paso?

¿O habremos dejado una huella en cada etapa de nuestra vida y en los distintos ámbitos en los que hemos participado?

Para conocer y medir el impacto de nuestra huella de vida, Susan Krauss, preparó un test de diez preguntas. Las respuestas deben responderse en una escala numérica del 1 al 5, siendo el 1 el desacuerdo total y el 5 el grado de satisfacción máxima:

1.- Otras personas me dan las gracias por cómo los he ayudado cuando pasaban por situaciones difíciles.

2.- Las tareas que realizo, en todos los ámbitos, mejoran la vida de los demás.

3.- Un amigo de un amigo se ha sentido influido positivamente por algo que yo he hecho.

4.- Creo que tengo muchas cosas positivas que aportar a los demás y hago todo lo necesario para que sea así.

5.- Para mí es importante que mi familia piense que la apoyo y que estoy para ayudar cuando sea necesario.

6.- He sabido que una conversación mantenida con alguien sirvió para motivarle y que consiguiese un objetivo importante o solucionase un problema.

7.- Puedo afirmar honestamente que mi trabajo o mi papel en la familia o grupo de amigos tiene un impacto positivo en los demás.

8.- Cuando establezco metas tengo más en cuenta el efecto positivo que tendrán en otras personas que las recompensas materiales para mí.

9.- Soy consciente de que cada una de mis decisiones, acciones u opiniones pueden tener una gran influencia en los demás, de forma positiva como negativa.

10.- Existen varios casos en los que mis consejos ayudaron a alguien a tomar una buena decisión.

Si la puntuación final de este test está próxima a los 40 puntos supone que ya estamos dejando una huella positiva. Si está en torno a los 20 puntos tendremos que replantearnos cómo son nuestras relaciones con los demás y, lo más importante ¡nuestra actitud ante la vida!

En Píldoras de Inspiración tenemos varios ejemplos de personas que están dejando una verdadera huella a su alrededor.

Y nosotros ….

¿qué huellas estaremos dispuestos a dejar?

Enseñanzas de vida

En el programa enComunicación hablamos de las Enseñanzas de Vida que el doctor Valentín Fuster, prestigioso cardiólogo y director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiológicas de España, compartió en el proyecto BBVA Aprendemos Juntos, en común con El País y Santillana.

Muchos son los motivos para escuchar sus palabras.

Deseo compartir algunas de las ideas de Fuster que me impactaron más, porque que han sido temas hablados en anteriores píldoras de inspiración, al igual que en la sección de Coaching para ti del programa enComunicación.

El primer aspecto que quiero destacar es la importancia de tener referentes en tu vida. Una significativa valoración del rol de los mentores.

Comenta que en varias ocasiones escuchó a personas que eran de su total confianza. Siguió sus consejos y, gracias a ellos, hoy es la persona que es. Esta actitud no es sólo del pasado, sino que sigue confiando en personas que le ayuden a manejarse en los tiempos de cambio tan rápidos que estamos viviendo.

Otra de las ideas relevantes de la entrevista fue el talento.

Fuster dice que todos nacemos con talentos y que hay cosas que nos atraen más que otras. Por eso, uno de los aspectos más necesario en nuestro camino por la vida es conocer, identificar nuestros talentos y desarrollarlos para alcanzar el éxito en nuestros proyectos, cumplir nuestras metas y vivir una vida coherente y plena.

Algo también muy importante y relacionado con talento y mentoría, es la educación.

La educación como herramienta fundamental que permite ampliar las posibilidades, abrir la mente a nuevas perspectivas.

Cuanto más educados estemos, seremos más capaces de gestionar las variables que nos acechan en el día a día y ser protagonistas en el mundo que nos rodea. Todo ello aumentará nuestra autoestima.

Hablar en positivo fue otro de los puntos relevantes de su charla.

Si queremos solucionar un problema, es importante hablar desde el lado positivo.

El Dr. Fuster se centra en “cuidar la salud, más que en prevenir la enfermedad”.  En el campo de la Psicología esta perspectiva tiene un efecto positivo en la persona: se está enfocando en lo bueno.

Finalmente, y de las muchas enseñanzas de vida que Fuster compartió con los asistentes, deseo destacar especialmente dos reglas:

La primera regla es la de las “4 Tde desarrollo personal:

  • Tiempo para reflexionar, para meditar sobre lo que es prioritario o importante en la vida de cada uno.
  • Talento, saber en lo que somos buenos, desarrollarlo y aplicarlo plenamente.
  • Transmitir positividad, centrarnos en la solución en pensar, sentir y hablar desde el lado positivo.
  • Tutoría, contar con personas de confianza para aconsejarnos

La segunda es la regla de las “4 A” como nos presentamos ante el mundo:

  • Actitud positiva, afrontar la vida y los problemas con la confianza de poder superarlas y seguir adelante
  • Aceptarse a uno mismo, no compararse con los demás. Cada uno tiene su propio camino y forma de vida.
  • Autenticidad, ser coherentes en todo momento con lo que se piensa. Actuar y hablar en absoluta correspondencia, independientemente de las circunstancias y las personas.
  • Altruismo, dar a los demás, ser útil al mundo, a la sociedad con nuestros talentos.

Al reflexionar sobre estas pautas y enfocarnos en nuestra realidad,  sin duda, las enseñanzas de vida del doctor Valentín Fuster son una valiosa fuente de inspiración.