En la sección habitual de Coaching para ti de esta semana, programa enComunicación, hemos hablado de una misma palabra “expresión” de las emociones, pero entendida de dos maneras distintas si hacemos un pequeño “juego”.
La “expresión” como forma de reflejar algo, y la “ex – presión” entendida como sacar al exterior la presión que generan las emociones en nuestro cuerpo.
La “expresión” se refiere a las señales que transmiten nuestro rostro, nuestro cuerpo en la comunicación, es el lenguaje no verbal donde subyacen nuestras emociones.
Un antecedente científico fascinante en el estudio de las acciones expresivas del ser humano y los animales es el libro “La expresión de las emociones” de Darwin (1872) .
Casi un siglo después, en la década los 60, Paul Ekman, profesor de psicología de la Universidad de California, respaldó la teoría de Darwin en cuanto que las expresiones faciales van más allá de nuestra cultura y son rasgos universales.
Trabajando con una tribu de Papúa en Nueva Guinea observó que sus habitantes -de una cultura muy primitiva-, podían identificar muy bien las expresiones faciales de la emoción en las fotografías que Ekman y sus ayudantes les mostraban de personas de otras culturas desconocidas para ellos.
Con esta evidencia, Ekman concluyó que algunas emociones básicas eran expresadas y percibidas de igual forma para todos los seres humanos: Ira, Miedo, Aversión, Desdén, Sorpresa, Alegría y Tristeza.
Entremos ahora en el otro matiz: la “ex – presión”.
Toda emoción requiere exteriorizar la presión interior que origina esa emoción en el cuerpo. Según la neurociencia, las emociones son impulsos para las acciones orientadas a escapar de un peligro o a sentirnos felices. Fueron mecanismos evolutivos que se desarrollaron antes que nuestra consciencia. Ahora sabemos, con el estudio de la inteligencia emocional, que podemos gestionar las emociones, conociendo su expresión natural y funcionamiento.
Culturalmente “etiquetamos” las emociones en buenas y malas. Se nos dice que controlemos nuestras emociones. Pero el problema es cuando quedamos atrapados en ellas, no las gestionamos ni las expresamos.
Por ejemplo, la ira o el miedo en sí, no son emociones negativas. Son necesarias cuando se producen determinadas situaciones de peligro o amenaza de nuestro bienestar o el de nuestros seres queridos. Lo malo es cuando la ira se mantiene en el tiempo, cuando se convierte en odio….!!es un estado terrible de malestar!!
Los problemas de la “ex – presión” no correcta de las emociones pueden ser:
- Por exceso, cuando nos desbordamos y generamos conflictos de los que luego nos arrepentimos; o
- Por defecto, cuando nos callamos o reprimimos una emoción, nos “tragamos” la presión y eso puede producir obsesiones y enfermedades.
Entonces ¿cómo podemos sacar al exterior, de forma razonable y sana, la presión que la emoción ocasiona sin herirnos a nosotros mismos ni a los demás?
- Entender cuáles son los movimientos y reacciones de nuestro cuerpo ante esa emoción. Ej: temblor de manos, en el caso del miedo; apretar los puños cuando estamos enfadados; llorar en caso de tristeza, etc…
- Aceptar y fluir con la emoción en su “ex – presión” consciente. Expresar esas reacciones y movimientos, ya sea en público o en privado, dependiendo en qué circunstancias estemos.
- En definitiva, desahogar la presión interior que la emoción nos provoca.
Y luego, gestionar racionalmente esa situación.
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